"EL GRAN DESCUBRIMIENTO"

 

¡Muy buenas tardes, queridos lectores!

En esta fecha les traemos otro relato de ciencia ficción, titulado "El gran descubrimiento". Su autor se llama Carlos González.

Carlos González es licenciado en Ciencias Físicas y posee una experiencia de 24 años como maestro de matemáticas y de física  para adolescentes. Lleva 28 años dando conferencias y talleres sobre crecimiento personal. Ha publicado en periódicos y revistas, artículos de divulgación y cuentos e interviene frecuentemente en medios de comunicación. Es autor del libro “23 maestros, de corazón – un salto cuántico en la enseñanza” (Editorial Desclée) . Basada en esta obra ha surgido una película-documental, “Entre maestros”, en la que se muestra, con alumnos auténticos y con el propio autor como profesor, cómo llevar  a  la práctica su formación de crecimiento personal y social “Educar empoderando”; este film ha sido  subvencionado  por el Ministerio de Cultura y coproducido por TVE. Es autor también del libro “Encuentros con tu propia sabiduría” (Editorial Desclée). Actualmente es investigador y divulgador de los Nuevos Paradigmas Científicos, escritor y formador en su mirada “Educar empoderando”.

Sin más trámites, aquí está su relato: 

 


2069: EL GRAN DESCUBRIMIENTO


    Jacobo y su compañera de vida, María, están sentados frente a su gran amigo y compañero de trabajo en el mayor descubrimiento de toda la historia, el paisaje exterior discurre ante sus ojos difuminado por los 400 Km/h a los que les propulsa el tren. El trío se encamina hacia Estocolmo, donde recibirá cada uno un Premio Nobel, por vez primera se otorgarán tres premios distintos a un solo trabajo: el gran descubrimiento.
    La mente de Jacobo se proyecta en el difuminado paisaje que hace de pantalla de sus recuerdos. Todo empezó por lo que aquel singular personaje, conocido como el viejo indomable, despertó en su interior en aquellos inolvidables encuentros en el parque, él tenía entonces 17 años... Jacobo no puede evitar esbozar una sonrisa al darse cuenta que él ahora tiene la edad del viejo entonces. Aquellas suculentas conversaciones y las locuras del viejo le ampliaron la vida más allá de lo inimaginable, dejó de verse a sí mismo como un planeta sin luz que orbita lo que su sociedad le ha dicho que es importante, y pasó a sentirse como un astro con luz propia, una luz con la que poder iluminar su camino, una luz que le mostró ser poseedor de una sabiduría propia, más allá de su experiencia de vida y de lo que hubiese leído; en definitiva, su amado maestro le enseñó a sentirse el creador de su propia vida, no puede haber mayor regalo a excepción de haberle presentado a María, que en ese momento era otra de sus alumnas especiales.
    Jacobo siguió los pasos académicos del viejo y estudió física, eso sí, en vez de elegir el camino de la enseñanza eligió el de la investigación y se trasformó en un físico teórico de cierto renombre, pero que en un determinado momento apostó por salirse de la vía académica y formular una teoría que trascendía los límites de la física. Todo empezó cuando se produjeron dos avances de la ciencia y de la tecnología para los cuales la humanidad no parecía estar preparada: la impresión 3D de cualquier órgano del cuerpo y con la genética de cualquier persona y la interrupción del programa biológico de envejecimiento. Ambos hallazgos tenían una consecuencia muy nociva: la inmortalidad, que no es compatible con la capacidad biológica de la Tierra, lo cual condujo al problema ético más grande de toda la historia: ¿quién tenía derecho a elegir quién vivía y cuánto vivía? La inmortalidad que había sido durante siglos una utopía, mostraba ahora su cara más terrible: una sociedad distópica, en la que las personas podrían curiosamente matarse por conseguir la inmortalidad. Este hecho empujó a Jacobo a mirar al ser humano más allá de las limitaciones físicas y biológicas del planeta, y a preguntarse si podía formular alguna teoría que ayudase a no ver la inmortalidad como una fuente de conflictos, estaba claro que a la inmortalidad había que añadir otro conocimiento si no queríamos renunciar a ella
    Para formular su teoría, Jacobo, necesitaba llevar su imaginación más allá de la física que conocía, necesitaba el poder imaginativo de un gran escritor de ciencia ficción y lo tenía bien cerca: María, curiosamente el destino les había unido como pareja muchos años antes. Jacobo devoraba las narraciones de María, en las que el conocimiento científico no estaba sometido ni al academicismo del momento ni a la necesidad imperiosa de ser demostrado en el laboratorio, así que su imaginación de físico, como gusano trasformado en mariposa, podía volar más allá del tiempo y delas teorías reconocidas. Cuando ambos se encontraron con el problema de la inmortalidad juntaron sus saberes, intuiciones e imaginación y empezaron a explorar futuros en los que la inmortalidad dejaba de tener efectos nocivos, en ello les iba el futuro de sus hijos y de la humanidad misma. Finalmente se dieron cuenta de dónde surgía el problema biológico: se estaba considerando que la vida solo podía tener lugar en el mundo físico, en el mundo de los átomos, ¿y si nuestra conciencia pudiese habitar dimensiones diferentes a las que ven nuestros sentidos, a las que estudia la biología ....? La propuesta no era tan loca para un físico teórico, pues hacía muchos años que la física sabía que la realidad observable no era autosustentable, y tenía que formular teorías en las que había más dimensiones aparte de las clásicas espacio-temporales, si bien es verdad que la física había dejado siempre la conciencia fuera de sus fórmulas y teorías: el observador modifica lo observado, pero la conciencia del observador es cosa de los neurocientíficos. María y Jacobo se miraron encendiendo sus miradas, sabiendo que ambos estaban pensando lo mismo: en su equipo faltaba un neurocientífico, uno capaz de llevar su imaginación más allá de los límites establecidos.
    Pasaron meses buscando al candidato, explorando el mundo científico a través de las redes sin un rumbo claro, hasta que tuvieron una idea luminosa: la física y la biología parecían coincidir en que para explicar lo visible es necesario postular la existencia de campos invisibles, al menos en la teoría de los “campos mórficos” del biólogo Ruper Sheldrake así era. Esta teoría daba un gran salto científico en la dirección que buscaban Jacobo y María: la idea de que existen campos trasciende el materialismo, pues éstos existen sin necesidad de materia, sin ni siquiera la necesidad de un medio físico para propagarse. Estaba claro, debían de buscar a un neurocientífico que aceptase la teoría del biólogo y que por lo tanto pudiese ver la conciencia como algo que va más allá de la materia y que, incluso, puede existir en dimensiones no materiales, no visibles a nuestros sentidos. Tras una búsqueda en redes dieron por fin con Neil Collins, el equipo de investigación estaba completo, ahora era necesario alumbrar entre los tres una teoría sobre la conciencia que implicara la existencia de dimensiones no materiales y que pudiese además comprobarse su validez en la práctica, el reto era sin duda el mayor que ningún científico hubiese acometido jamás, tal vez eso justificase que en el equipo hubiese una escritora, eso sí: de ciencia ficción.
    Jacobo tenía claro que la teoría buscada debería de estar en armonía con las que sustentaban la física, no podía contradecirlas, su objetivo era ampliarlas, llevarlas donde nunca antes nadie se había atrevido: el observador debería de formar parte activa de sus postulados, es más, debería de ser su centro. Quería que se comportase como La Relatividad con las Leyes de Newton de la Dinámica, éstas se podían deducir de la primera si la velocidad es mucho más pequeña que la de la luz, por eso, durante más de dos siglos la mecánica de Newton funcionó como un reloj. La teoría que buscaba debería de explicar todo lo que observamos en el mundo material y también revelarnos cosas de esas otras dimensiones en las que la conciencia también podía vivir, de hecho, la clave estaba en las relaciones entre las dimensiones, de alguna forma todas deberían de estar relacionadas y nutriéndose entre sí, ¿para qué la existencia de dimensiones estancas, aisladas?, al fin de cuentas su intuición siempre le había dicho que la clave del universo, o de los universos, es la relación, justo como ocurre con las personas. Su teoría, a pesar de su gran alcance, nada tenía que ver con la tan buscada Teoría del Todo, durante décadas los físicos fueron tras ella, como si de la piedra filosofal se tratase, sin darse cuenta de que se olvidaban de lo fundamental: el universo no se puede entender sin considerar lo más esencial en él: la conciencia.
    Se preguntó que podría haber en la física conocida que pudiese relacionar con lo que años atrás el viejo indomable le había revelado: nuestra conciencia no es autosustentable, sabemos cosas que no hemos vivido y que nadie nos ha contado, luego debemos de tener otra parte de nuestra conciencia en otra dimensión, que nos dice cosas a través de nuestra intuición, de nuestros sueños e incluso de nuestras ideas más locas; la ciencia está llena de descubrimientos intuitivos, o que tuvieron su base en un sueño, como fue el caso del químico Kekulé cuando dio con la fórmula del benceno gracias a un sueño. Todo indicaba que nuestras dos conciencias deberían de estar“íntimamente relacionadas”, al sentir estas dos palabras juntas saltó un chispazo en la mente de Jacobo y vio claro el fenómeno físico del que debía de partir su labor: el entrelazamiento cuántico.
    El entrelazamiento cuántico es uno de los fenómenos más sorprendente de la Física Moderna, nos viene a decir que dos partículas que han ocupado espacio-tiempos muy próximos, en física diríamos que han interactuado, quedan misteriosamente conectadas, de forma que, aunque las separemos grandes distancias, cuando introducimos un cambio en una de ellas automáticamente es reflejado por la otra, curiosamente la respuesta es inmediata, es decir, no parece haber una señal que viaje de una a la otra para informar del cambio, si así fuese esta señal no podría superar la velocidad de la luz y por lo tanto la respuesta no podría ser inmediata. Jacobo lo vio claro: nuestra conciencia de aquí ha de estar entrelazada con nuestra conciencia de otra dimensión, así es como comparten información, por supuesto que este entrelazamiento ha de ser mucho más complejo que el que pueda haber entre dos simples partículas. Además, en algún momento nuestras dos conciencias se entrelazaron, tuvieron que tener un encuentro íntimo, ¿cómo y dónde lo harían...? Las preguntas surgían de la nueva perspectiva más amplia del entrelazamiento como si ésta fuese una semilla que había decidido brotar, liberando así un potencial oculto a la física hasta ahora y llevando sus consecuencias nada menos que a la conciencia del observador.
    Jacobo no se atrevió a exponer sus ideas en la facultad de Física en la que trabajaba, le hubiesen tomado por loco, así que tuvo que dedicar su tiempo libre a desarrollar su teoría; Neil, que vivía en EEUU, colaboraba con él a través de videoconferencias, frecuentemente la imaginación de la pareja se disparaba pensando en las consecuencias de su teoría. Un día se dieron cuenta de que una de estas consecuencias podría resolver el enigma más grande de la humanidad, tan grande que la ciencia materialista no se había atrevido a abordarlo: ¿dónde va nuestra conciencia cuando muere? Se trataba de dejar atrás los dogmatismos religiosos sobre el tema y también la idea materialista de que la conciencia está atada a la materia y que por lo tanto no puede sobrevivir a la muerte. Tal vez nuestra conciencia humana tras la muerte fuese a una dimensión en la que se podría encontrar con su parte entrelazada... Llegados a este punto la imaginación de ambos que había discurrido con el ímpetu de un bravo torrente parecía congelarse por el frío de la soledad, que conllevaba haberse alejado tanto del conocimiento establecido, su viaje al futuro había dejado atrás a toda la humanidad.
    Jacobo una noche contemplando el firmamento desde su balcón se hizo la misma pregunta que centenares de veces se había formulado: ¿por qué todos los planetas que conocemos están deshabitados salvo la Tierra? Pero esta vez disponía de la nueva perspectiva que estaba construyendo día a día y desde ella encontró una sorprendente respuesta que expresó en forma de pregunta: ¿y si realmente no están deshabitados, sino que simplemente no hemos mirado en la dimensión adecuada? Si la conciencia podía habitar dimensiones no materiales, no visibles a nuestros sentidos ni a nuestros detectores actuales, podría ocurrir que en un planeta hubiese varias de esas dimensiones, nunca encontraríamos en él vida, en el sentido de conciencia, si la buscamos solo en una dimensión material, puesto que en ese planeta la vida no estaría empleando átomos para expresarse. Tras esta excitante reflexión Jacobo volvió a contemplar el firmamento, esta vez no sintió los vacíos entre las estrellas como algo estéril, como un desierto espacial, sino como un hogar lleno de conciencias, invisibles a nuestros ojos, pero otorgando un sentido pleno al universo. Ante este sentir empezó a esbozar una luminosa sonrisa que se sumó a la tenue luz de las estrellas, era su forma melodiosa de expresar el ¡eureka! que el descubrimiento merecía. El siguiente paso estaba claro: debía de compartir su hallazgo, se dirigió al dormitorio donde María leía tranquilamente un libro y la besó en su mano derecha, diciéndole a continuación: esta mano va a escribir la más sorprendente e inspiradora obra de ciencia ficción de toda la historia. María se quedó con la boca abierta y Jacobo aprovechó para darle en ella un sentido y profundo beso
    Al día siguiente Jacobo comunicó a Neil su idea sobre un universo lleno de vida, más allá delo que consideraba hasta entonces como vida la biología. Su compañero de investigación se quedó unos segundos en silencio, meditando en rápidas imágenes las consecuencias en el campo de la neurología de tan sorprendente perspectiva: ¿podríamos hablar de una neurociencia sin cerebro material?, ¿explicaría esto las experiencias de casi muerte, que multitud de personas han narrado?, ¿podría este cerebro no material, no visible, substituir al cerebro físico en estas experiencias?, ¿existirían también sentidos no físicos que explicarían cómo enfermos en coma están viendo a las personas de su alrededor? Las preguntas que la desmaterialización de la ciencia y que la posible existencia de dimensiones habitables para la conciencia llegaron a generar en la pareja les llevó a una excitación tal que decidieron verse en persona, el mundo virtual no les permitía abrazarse y celebrar el universo de posibilidades que se abría ante ellos.
Neil se juntó por fin físicamente con la pareja y pudieron así sentirse respirando el mismo aire; literalmente la palabra conspirar significa respirar juntos, y eso es lo que precisamente estaban haciendo, solo que ese aire venía del futuro, les había visitado a ellos convirtiéndoles en unos privilegiados: conspiraban para traer al presente un maravilloso futuro, que supondría un auténtico salto cuántico en la evolución de la humanidad. Sin embargo, sabían que si no pasaban de la mera conspiración a una teoría admisible por el mundo científico sus esfuerzos y sus ilusiones podrían ser como las semillas que caen en el desierto. Estaban definiendo entre los tres un maravilloso horizonte para la humanidad, pero el camino hacia él estaba por construir, y todo parecía indicar que la labor era demasiado grande como para ser acometida solo por ellos, ¿cómo podrían convencer a más científicos sin que los tomaran por locos? El entusiasmo derivó poco a poco en desánimo, hasta que Neil iluminando sus ojos y mirando a María le dijo: tú eres la solución. María sorprendida le contestó: ¿yo?, si ni siquiera soy científica. Precisamente por eso, le espetó el neurocientífico, y continuó diciéndole: gracias a tu condición de escritora de ciencia ficción eres nuestra salvadora, fíjate en el poder de esas dos palabras unidas, ciencia y ficción, nadie puede reprocharte ir más allá de lo demostrado, de lo admitido académicamente, nadie puede impedirte pensar a pesar de ello como una científica. Jacobo entusiasmado ante estas palabras se levantó del sofá y sin rubor juntó las manos de María y les soltó dos apasionados besos, uno en cada una de sus palmas abiertas
    El trío empezó a diseñar la próxima novela de María, necesitaban darle un substrato científico, ahí entraban Jacobo y Neil, que tenían por delante un trabajo de meses, a su vez María tenía que convertir ese trabajo en un discurso divulgativo, ameno y cercano, y además con una trama literaria seductora para un amplio abanico de lectores, formaban un equipo único en la historia de la ciencia y de la literatura. En el fondo, sabían que un descubrimiento de tal calado para la humanidad no podía ser sustentado solo por la lógica de la ciencia, necesitaba además de un apoyo emocional que la literatura le podía proporcionar. La ventaja de los dos científicos estaba en que su imaginación no tenía que ser recortada, como ocurría frecuentemente en los trabajos universitarios, podían imaginar con la misma libertad que el mismísimo Einstein en la oficina de patentes en la que trabajaba cuando, día a día y aprovechando huecos en su labor, iba diseñando la Relatividad. Fueron jornadas de gran entusiasmo creativo, pero también de acaloradas discusiones, por la presión que suponía acometer un trabajo tan titánico y en el que todos arriesgaban sus respectivos prestigios profesionales, pues tenían previsto, aunque el libro lo firmara María, hacer un introducción escrita por los tres y en la que aparecerían los nombres de todos ellos, eran como los tres mosqueteros, pero en esta ocasión en vez de cuatro eran solo tres de verdad: todos para uno y uno para todos.
    Finalmente la obra salió a las librerías y a la red, siendo todo un éxito editorial, no solo por los habituales lectores de ciencia ficción, también se agregaron lectores de todo tipo. Entre ellos había científicos que se pusieron en contacto con Jacobo y Niel, querían saber más sobre su “loca” teoría, eso sí, de forma discreta. Las ventas del libro permitieron que la pareja de científicos pudiesen dedicar todo su tiempo a la investigación, a la redacción de su teoría y a cultivar surelación con científicos de todo el mundo, hecho este último que les permitió empezar a buscar métodos experimentales con los que poder validar su teoría. Este proceso duró unos cinco años, no era fácil demostrar experimentalmente que hay vida consciente en dimensiones de la Tierra que ignorábamos que existían; los programas de fenómenos paranormales y de OVNIS perseguían al trío, sospechando que las interpretaciones que habían dado durante años darían un vuelco increíble. Por fin llegó el gran día en un mes de julio, cuando curiosamente habían pasado prácticamente cien años de la primera presencia del ser humano en el suelo lunar: un equipo de científicos experimentales, inspirados por lo que la teoría vaticinaba que debía ocurrir, consiguieron entablar contacto con una dimensión oculta a nuestros sentidos, y que además estaba habitada por seres conscientes, lo supieron porque respondieron claramente a las señales que se les enviaron: ¡la Tierra tenía más habitantes que los registrados por los censos!
    Rápidamente repitieron la experiencia en múltiples lugares, consiguiendo en casi todos una respuesta positiva. El reto ahora era comprender en qué consistían esas conciencias extrafísicas, pero claramente terrestres, y conseguir entablar un diálogo con ellas, las dificultades técnicas eran inmensas. Muchos se preguntaban si sus seres queridos fallecidos estarían allí, en esa otra dimensión, la ciencia nunca había sido tan popular. En el fondo, pensaron algunos, es lógico que los muertos no tengan por qué estar en otro planeta, ni en paraísos o infiernos definidos por dogmas milenarios religiosos, han de encontrarse cerca de nosotros, los vivos materialmente hablando, y lógicamente en una dimensión inmaterial, sin átomos de la Tabla Periódica, parecía como si la ciencia y la espiritualidad empezasen a hablar un mismo lenguaje.
    El trío se convirtió en el más popular de la historia, a María le asediaban las editoriales para que su imaginación plasmase los pasos siguientes, para que llegase antes que los científicos a más espectaculares descubrimientos; también las productoras de cine le perseguían para comprarle sus derechos de autor y crear así las más fantásticas películas sobre el futuro que nos esperaba. A Jacobo y Neil les ofrecían trabajar en las más prestigiosas universidades del mundo. En este favorable ambiente fueron nominados los tres al premio Nobel, cada uno en su campo. En el caso de María se daba además la circunstancia de que era la primera vez que se concedía el Nobel de Literatura a un escritor de ciencia ficción, el gremio no cabía de gozo, ¡ya era hora!, se decían.
    Las personas sentían su entorno de forma diferente al pensar que podían estar rodeadas de dimensiones ocultas y de seres desconocidos. Los más pesimistas se decían que preferían creer en extraterrestres que van y vienen y no en terrestres a los que no pueden ver y que además están siempre ahí, tal vez vigilándonos, pensaban los más conspiranóicos. Los más optimistas se sentían agraciados por vivir el momento más importante de la humanidad, los idealistas veían en el hallazgo la gran oportunidad para que sus sueños sobre una humanidad mejor se pudiesen al fin cumplir. Las especulaciones sobre el futuro de la humanidad no hacían más que crecer, de repente, todas las películas de ciencia ficción habían quedado desfasadas. Las religiones trataban de encajar sus dogmas en lo que la ciencia había descubierto, los ateos reconsideraban su idea categórica sobre la muerte y empezaban a pensar que la conciencia puede no morir y ser como la energía, que ni se crea ni se destruye, solo se trasforma. Todo el mundo miraba a los científicos y técnicos que trataban de entablar comunicación fluida con los seres que habitaban esas otras dimensiones terrestres y se preguntaban cuántas humanidades viven en la Tierra.
    Poco a poco, Jacobo, dejó su mirada perdida en los recuerdos y empezó a enfocarla en el paisaje que aparecía en la ventana del tren, éste iba disminuyendo su velocidad pues se acercaba a una estación, eso le permitió ver los detalles e incluso a las personas que andaban por un hermoso parque, y se preguntó si lo que veía no era nada más que una pequeña parte de lo que tenía delante, ¿cuántas dimensiones podían estar conviviendo en ese mismo espacio que él contemplaba? Sorprendido por el arrojo de su curiosidad llegó aún mucho más lejos y se preguntó: ¿cuántas de las conciencias que viven en esas dimensiones pueden estar entrelazadas, al menos parcialmente, conmi propia conciencia...?, ¿cuántas de mis presuntas ideas pueden realmente provenir de ellas?, ¿cuánta información les estaré, día a día, proporcionando? Demasiadas preguntas inquietantes para él y para la misma humanidad, sin duda el ser humano se enfrentaba a una auténtica metamorfosis de su mente, a partir de ahora no podrá seguir siendo el gusano que se movía por el suelo de los dogmas religiosos y de la ciencia materialista, había llegado el momento de considerar que nuestra conciencia posee alas para volar de una dimensión a otra, de aceptar con todas sus consecuencias que tanto nuestra querida Tierra como el universo son multidimensionales, la auténtica gran aventura de la humanidad había comenzado con el gran descubrimiento.

Comentarios

Entradas populares de este blog

IMPORTANTE: PROCEDIMIENTO DE ENVÍO DE RELATOS Y NOVELAS PARA RESEÑA

EDICIÓN DE ABRIL