TOC

 

Muy buenos días, estimados amantes de la ciencia ficción y el terror. La Revista ha recibido muchas solicitudes estos días, y hemos procesado algunas de ellas. Como resultado, hoy les traemos un breve relato de autoría de Aida Oliete León, titulado "TOC". 

Le pedimos a Aida que nos contara un poco más sobre ella, y nos dijo:

"Soy abogada, estudié Derecho en la Universidad de Oviedo y Derecho de la Unión Europea en la universidad Carlos III de Madrid, actualmente estoy opositando a judicaturas, me gusta mucho escribir y también lo hago con frecuencia en mis ratos libres."

La pueden encontrar en redes:

Cuenta de twitter: @AidaolieteL

Cuenta de instragram: @Aidaoliete

Y ahora, ¡el relato!

 

TOC

El terror no es fantasía, es real y yo lo experimento a cada instante, muchas veces me pregunto cuál es el origen de mi enfermedad, o, mejor dicho, de mi trastorno, he hablado con muchos psiquiatras, pero ninguno me ha hecho sentir reconfortada, lo que realmente me preocupa no es el miedo que me acosa, ni los ejercicios que debo hacer para verme liberada de este pánico irracional, lo que temo son las consecuencias unos pensamientos más perturbadores de lo que puedo soportar.

Dejarlo todo para el último momento es una constante en mi vida. Salía de casa nerviosa, esa era una constante, mi constante, pensaba que se me olvidaría algo, llegaba tarde, no sabía si algo malo iría a pasar. Era como una especia de descarga, una catarsis, algo que me paralizaba sin que yo lo pudiera remediar, podía producirse por cualquier motivo, en cualquier situación, superarlo no era cuestión de voluntad, cada vez que sentía que podía superar mis compulsiones pasaba algo que no hacía que me sintiese mejor, estaba cansada de todo, pero lo que más miedo me daba era que tarde o temprano me acabaría acostumbrando a ello, normalizaría estar intranquilidad, pensaría que es algo con lo que se puede convivir.

Me dispuse a bajar por las escaleras, a pesar de mi desidia y la calma con la que asumo el cumplimiento de algunas responsabilidades soy terriblemente impaciente y no quería esperar ni un segundo por el ascensor. Pero cuando iba a dar el primer paso un pensamiento irrumpió en mi mente, paralizándome por completo. “Por ahí no, o te pasará algo malo”.

Me detuve. ¿Qué se supone que tenía que hacer? Quise coger el ascensor pero no creí buena idea dejarme influenciar por estas obsesiones. Estoy por encima de todo esto. No, no lo estoy, ya no sé lo que es la libertad.

Intenté mantener la mente en blanco, pero esas palabras se reproducían en mi memoria dejando paso a una gran ansiedad y oscureciendo los atisbos de lógica a los que en circunstancias normales hubiese podido apelar.

A veces no tiene nada que ver con un presentimiento, no es nada que tenga tiempo de razonar, sin embargo, la posibilidad de que algo malo me pase y de que esté a su vez relacionado o conectado con mis pensamientos es algo que, aunque considere absurdo, no me deja de atormentar. Ya no recuerdo cuando fue la última vez que pase un día tranquila, que tome decisiones sin preocuparme por las consecuencias, cada pequeño gesto, los detalles más triviales, las decisiones más simples e irrelevantes estaban llenas de peligros que no tenían nada que ver con lo que pudiese ocurrir en el exterior, consecuencias que se salían de la lógica que todos podíamos intuir, miedo al miedo, a no saber que hay detrás de las desgracias sin explicación, una necesidad inconsciente de controlar las tragedias con un solo gesto, evitando o haciendo algo que me tranquilizara y distrajese esas desgracias como si fuesen algo que con un simple movimiento se pudieran alejar.

Estoy enferma”, pensaba. “Esto no es normal”. Los segundos pasaban, el ascensor podría haber llegado un montón de veces, mientras tanto ya había olvidado hasta que punto esos pensamientos eran ajenos o producto de una sugestión inconsciente, pero todo eso daba igual porque debía hacerles caso, hay tantos horrores sin explicación en el mundo que no puedo arriesgarme a ignorar estos pensamientos.

Olvídalo, baja, es absurdo, solo es una obsesión... ¿Pero, Y si me pasa algo? ¿si me pasa algo?”. La luz del pasillo se apagó, fui a encenderla sin resolver que haría después. “No bajes”. Mi mente volvía a atormentarme. “No bajes, no bales, no bajes, no bajes…”.

Recuerdo un sueño en el que paseando por una playa veía como el agua y la espuma del mar eran de un color negro intenso, casi brillante, como si el mar hubiese sido sustituido por petróleo, me tocaba los pies, y volvía a doblegarse para volver con el mismo brillo y la misma intensidad, no sé por qué en los sueños estas cosas no me llaman la atención, cuando tengo estas compulsión en la realidad, las cosas se muestras de forma diferente, intento ser valiente pero creo que la valentía no me serviría de nada, solo aumentaría mi ansiedad.

Yo veo horrores, mi imaginación se desborda, me muestra fantasías perversas, “tienes que velar por tu seguridad”. Diez minutos después aún seguía inmóvil, pensando cual sería la mejor salida, dudando sobre la sensatez de mis pensamientos. No recuerdo en qué momento se volvieron parte de mi día a día, hubo un tiempo en el que podía vivir sin ellos, en los que ni siquiera conocía lo que estas compulsiones podían llegar a hacer, pero ahora me doy cuenta de lo caótico que es todo, ni siquiera hay una explicación para esto, hasta hace poco pensaba que era una persona normal, y lo más curioso era que aun hoy, nadie diría que me ocurre algo así.

Es posible que quienes me conocen piensen que soy una persona razonable, se que no me muestro así frente a los demás, sé que puedo controlar mis compulsiones en determinados momentos, pero ahora todo es diferente, tengo la necesidad de hacer lo que me dicen esos pensamientos que, de algún modo, son ajenos a mi voluntad.

Decidí coger el ascensor, aunque cobarde, era la mejor solución, crucé a la calle y giré a la derecha, era el camino más rápido, intentaba mantener la mente en blanco, pero mis esfuerzos duraron poco tiempo, llegaba tarde, empecé a correr, el semáforo estaba en rojo. “No vayas por ahí, no cruces esa calle...”


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